domingo, julio 22, 2007

Fiesta India

El año pasado, Loftmulo (mi casa) acogió un evento singular de recaudación de fondos para un proyecto de escolarización en zonas rurales del norte de la India que llevamos a cabo en mi escuela de Yoga. El proyecto se denomina Proyecto Español y el evento quedó bautizado Fiesta India.
La respuesta fue impresionante. Acudieron más de 80 personas, entre las que se encontraban Marta y Juan, una pareja de gallegos que decidió sufragar la mitad del proyecto bebiendo ron al grito de “¿cuántos niños quedan por escolarizar?” (Léase con acento gallego-borracho…)
En estos momentos, están dando la vuelta al mundo, compartiendo su generosa sonrisa en algún rincón de Chile, aunque confío en que bebiendo un poco menos…
Acudió gente muy variopinta, gente de diferentes nacionalidades, gente ataviada con trajes tradicionales de la India… Asistimos incluso a un strip-tease encima de la barra de la cocina a cargo de Pacou, Loïc y Sergio.
Para mear y no echar gota.
O para sonrojar a los propios organizadores del Gay Pride.
En fin, fue muy divertido. Y recaudamos una pasta, además.

Este año el listón estaba muy alto. Demasiado, quizá.
Decidimos no abusar de la paciencia de los vecinos de Loftmulo, así que, gracias a Norbi, organizamos cena+copas en un recinto de comercio justo que se llama Subiendo al Sur . La fecha elegida (mayo) se solapó con múltiples bautizos, bodas, comuniones, compromisos familiares, instalaciones-de-cocina-en-la-casa-de-la-playa… e impedimentos similares. Así que la asistencia se resintió. Y la caja, claro está, también.
Cómo te quedas.
Sin embargo, el sabor agridulce inicial fue dejando paso a una profunda sensación de satisfacción.
Y es que la caja no fue nada despreciable. Sobre todo si tenemos en cuenta que otro gallego (José Carlos) -no sabemos si por orden de El Coronel, o en su afán de retomar el testigo escolarizador de sus paisanos Marta y Juan, o simplemente porque este chico es así- decidió demostrar al mundo que el número de mojitos que una persona puede beber en una noche es -digamos- muy cercano a 20…
(Intuimos que la asistencia de una conocida actriz a la que sus hijos admiran pudo desestabilizarle…)
Pero la sensación -o mejor, la experiencia- de satisfacción que me embargó, no tenía que ver sólo con los resultados. Tenía que ver con el esfuerzo y la ilusión por sacar adelante un proyecto que me conmueve y en el que creo. Un esfuerzo y una ilusión que son un premio en sí mismos.
Tenía que ver con la alegría de estar construyendo algo en grupo, juntos, con la ayuda de gente a la que quiero: mi chica, mis hermanos y (muchos de) mis mejores Amigos.
Tenía que ver con la gratitud.
Y con esa emoción genuina, que invade el pecho, dibuja una sonrisa en los labios y humedece los ojos al mismo tiempo, que sólo a veces nos atrevemos a llamar Felicidad.