viernes, diciembre 28, 2007

A&R on the covers











Ariane & Rómulo: Lovers on the covers

Ya está.
No falta nada.
Estoy yendo.
O estoy llegando.
En unas horas, ¡estaré en Río de Janeiro!

FELIZ 2008

Claudia on the covers

On the covers











Madrid, Denia, el Himalaya (¡El Everest!)...
Algunos lugares y momentos felices del 2007

Second


Madrid, Loftmulo; diciembre, miércoles por la noche.
Acabo de llegar a casa después de mi sesión de Yoga.
Mientras ceno algo ligero, me debato entre zambullirme en flickr o escribir alguna entrada pendiente en mi blog.
Recibo la llamada de “Swami” Pablo, uno de mis profesores de Yoga, con el que acabo de estar, por cierto, y me propone acompañarle a una fiesta en Joy a la que no quiere acudir solo.
¡Puf! Con el tiempo que hace que no salgo entre semana.
Hombre, está aquí al lado.
Y para eso estamos. Venga.
Entramos.
Es un evento con desfile de modelos, entrega de premios... y actuaciones musicales.
Menos mal.
Lo de la música, digo.
Me entero de que acaba de tocar Fede, el hermano de Carmen, acompañando a la China.
Carmen
es como mi hermana, así que, aplicando la propiedad transitiva (o no), Fede debe de ser como mi primo.
Abrazos, vítores, risas y hola-qué-tal.
¡Qué buena idea haber venido!
Empieza a tocar otro grupo. “Qué buena voz tiene el cantante”, observo.
En la siguiente canción, ya no tengo ninguna duda: ¡estoy en un concierto de Second!
Second es un grupo de Murcia que ganó la Global Battle of Bands en 2004. Su disco “Invisible” me parece sencillamente espectacular. El disco que más escuché en 2006.
Cuando alguien los compara con Franz Ferdinand, porque su sonido parece estar inspirado en el de ellos, quizá convenga recordar que Second compuso este disco antes... O puede que simplemente tengan las mismas influencias musicales: Pulp, The Smiths, The Cure,...
Es increíble que no sean más conocidos en este país.
Como The Sunday Drivers y su “On my mind”.

Por eso, cuando me crucé con el cantante en el baño, quise saludarle y felicitarle personalmente, a pesar de que él estuviera saliendo y yo estuviera... intentando abrocharme la bragueta en ese momento.
Son momentos difíciles de remontar.
Pero no se puede dejar pasar la oportunidad de conversar con un artista cuya música te hace vibrar.
Ya lo decía alguien: hay que salir más entre semana.

jueves, diciembre 27, 2007

No expectations

Hace unas semanas estuve en una conferencia en Ginebra.
Nunca había estado en Suiza, con la excepción de la parada técnica que efectuamos en Zurich (o en Berna) en el Inter Rail del 91, que yo aproveché para “tomar prestada” una tableta de chocolate…
Me acuerdo del detalle porque, mientras comentábamos lo rica que estaba y cuán justificada era la fama del chocolate suizo, Araceli, mi novia entonces, censuró mi comportamiento negándose a probar “mercancía robada”.
Llegué a Ginebra con muy pocas expectativas, recordando que Ariane y su familia (“los Freitas”) la habían considerado una escala menor en su periplo europeo de este verano.
Además, hacía un frío que pelaba, “que agacha el nabo”, como diría Jaume, con los campos alrededor de la ciudad -además de las montañas- cubiertos de nieve.
Sin embargo, a partir de la segunda noche, me animé a pasear por el casco antiguo de la ciudad.
Me encantó el sabor a “vieja Europa”: sus callejones medievales empedrados, la arquitectura de los edificios, el grosor de sus muros, las iglesias, las librerías de viejo, las exquisitas galerías de arte, los bares (brasseries) y cafés.
Y entrar en uno de ellos todas las tardes cuando ya tenía las orejas heladas y sentarme con mi libro de Murakami y un kir royal, mientras esperaba que llegara la hora de acercarme al restaurante (cada noche uno distinto), donde me esperaba una fondue de queso...
Y pasear el sábado a orillas del lago Leman, rodeado de hoteles de 5 estrellas, de carteles de Baume&Mercier, Jaeger-Le-Coultre, otras marcas de relojes de lujo, o carteles de Banca privada, todos los símbolos de Suiza, o sus estereotipos, en un entorno armónico que, por algún motivo, me hacía sonreír y respirar en profundidad.
Quizá me gustaba imaginarme a mi Amor, mucho menos acostumbrada al frío que yo, deambulando por el mismo escenario.
O quizá redescubría el placer de vivir sin expectativas.

miércoles, diciembre 19, 2007

Class of '95

Class of '95 era una manera de llamar a nuestra pandilla de amigos en Teleco.
O puede que el único que lo hiciera así fuera el-hombre-que-nunca-se-cae (esquiando), también llamado padre-de-“Burci” o padre-de-“Tibur” (por favor, Auri, que la criatura que llevas dentro no sea niño…); nos estamos refiriendo a Óscar, que empezó a firmar así en las tarjetas de cumpleaños para recordar el año de nuestra promoción.

Desde que terminamos la universidad, nos juntamos, todos los años, para cenar/comer en Navidad.
Algunos de nosotros nos seguimos viendo con cierta frecuencia, otros llevamos años viajando juntos, pero este es un evento donde podemos juntarnos (casi) todos, recreando la pandilla que teníamos (incluyendo a l@s consortes) cuando estábamos en la Escuela.

Este año, además, se cumplía un hito: han pasado tantos años desde que nos conocemos (18) como la edad que teníamos al hacerlo.
La mayor parte de nosotros nos conocimos el primer año, incluso los primeros días: a Miguel, a Norbi y a mí nos presentaron nuestros hermanos; Jorge había ido al instituto con Norbi y coincidía con él en el autobús de Pozuelo; Marisa y Lucila se hicieron inseparables en seguida, se sentaban en las primeras filas y era imposible no reparar en lo guapa que era Lucila y en que Marisa llevaba tipp-ex en las gafas… Lucila salía con Luis, que había congeniado, de entrada, con Óscar; Bea Pérez y Javi Gil eran amigos del instituto y debieron coincidir con Bea Sáez, con Rafa y con alguno de los anteriores en el laboratorio de Física...
Hubo otros que se han ido perdiendo en el camino. Otros, como Jose, aparecieron más tarde, aunque sólo él se quedó.

Ha pasado el tiempo.
Unos estamos más guapos. Otros nunca lo fueron.
Unos están más gordos. Otros siempre lo estuvieron.
Muchos son padres y madres. Pero, en todos, observé un brillo especial en los ojos: el de los Amigos que se alegran de verse, porque se reconocen y porque saben, como diría Marisa, que “hemos crecido juntos”.

lunes, diciembre 03, 2007

Vida de Pi

Vida de Pi”, de Yann Martel es el libro que más me gustó de los que leí en el 2006.
Fue uno de los 2 que me regaló Tachi por mi cumpleaños y, probablemente, el mejor regalo que recibí ese año.
Tiene gracia, porque Tachi pensó que un libro no era un regalo muy original y se arrepentía de no haber comprado un jarrón verde por miedo a que desentonara con la estética de Loftmulo
Loftmulo y yo le estamos eternamente agradecidos.
Desde que terminé de leerlo, se lo he prestado a mis hermanos Iván y David, que lo devoraron, y a mi madre y a mi cuñada Raquel; se lo he regalado a Jorge, a Fernando, a Mario, a Carmen, a A, a Feli, a Auri, a Hida… No me dio tiempo a regalárselo a Jose y a Norbi, porque leyeron el post de Fernando, se adelantaron y se lo compraron, pero me consta que la cadena sigue creciendo: Jorge se lo ha regalado a Lidia y, recientemente, A está distribuyendo ejemplares en portugués en los cumpleaños paulistas…
Por eso quería dedicarle una entrada en este blog.
Es un libro del que es preferible no adelantar nada. Como mucho, comentar lo estupenda y prometedora que es la portada.
Vida de Pi” es sorprendente, está lleno de Sabiduría, pero la mejor definición está en el prólogo, en boca de un desconocido con el que habló Yann Martel antes de comenzar a escribirlo: “es una historia que te hará creer en Dios”…

Claudia


Desde hace unos diez meses, hay un nombre que constituye uno de los sonidos más dulces que yo pueda escuchar. Es un nombre de mujer y es el de mi sobrina: Claudia.
Otra palabra cargada de belleza para mí es el nombre de mi amor: A… Es curioso que cumplan años el mismo día, aunque con un mes y una treintena de años de diferencia…

La foto de este post la tomó mi hermano David en Denia. Era nuestra primera Semana Santa con Claudia. Recuerdo perfectamente el momento en que la tomé en mis brazos y cómo se quedó dormida sobre mi pecho.
Para mí es uno de los momentos esenciales de mi existencia.
Lo escribo sin dudarlo.
Sostener a un ángel en postura de “caída libre” (con las piernas y los brazos abiertos), sentir el calor de su cuerpecito sobre el mío, el ligero vaivén de su respiración, el tacto de la piel de su carita sobre la mía… fue una experiencia que me colmó.
De Felicidad y de Amor.
Le di las gracias a la Vida por sentir esa pureza; esa intensidad.
Y lo sigo haciendo hoy.